“Hacer una escuela que prepare para la vida significa lograr que la escuela sea sensible a la realidad y que esté conectada a los hechos del entorno próximo, y en la actualidad también a los hechos que ocurren en cualquier lugar por lejanos que nos parezcan. Se trata de hacer una educación vinculada a la vida: que se pregunte por lo que está pasando y por lo que nos está pasando a cada uno de nosotros. Una educación que encare los problemas que nos preocupan, las dificultades de convivencia que tenemos, los retos que debemos plantearnos; en definitiva, que hable de los conflictos de valor que hoy se nos plantean. Por lo tanto, una educación que prepare realmente para la vida y para enfrentarse a los problemas que previsiblemente vivirán en el futuro los actuales escolares: una educación que contribuya a que la vida sea viable, justa y feliz”(Josep Ma. Puig Rovira,1995)[1]
La Educación para la convivencia pasa en el y la adolescente por la apropiación experiencial de la realidad y por el análisis critico de la propia experiencia de manera que, partiendo de los esquemas previos de conocimiento o ideas previas, puedan desvelarse los mismos como primer paso para su enriquecimiento, diversificación y modificación cuando corresponda.
Con independencia de la variedad de estrategias de enseñanza aprendizaje y de procedimientos didácticos que puedan resultar adecuados a este fin, conviene subrayar la importancia de las actividades de exploración e indagación en el aprendizaje de los valores convivenciales y comportamientos democráticos, así como la reflexión sobre los mismos. La diversidad y riqueza de los hechos humanos y sociales impide explicarlos mediante unos pocos modelos teóricos y exige la utilización continua de actividades de indagación como el mejor camino para matizar, enriquecer su comprensión y evitar explicaciones estereotipadas.
La segunda razón tiene que ver con la adquisición y el desarrollo de actitudes democráticas, de tolerancia, respeto y valoración de las opiniones ajenas, así como la aceptación y valoración del debate y de la discrepancia como mecanismos para garantizar la objetividad, el rigor y el progreso del conocimiento. Ante la inclinación del o de la adolescente a asumir posturas egocéntricas y dogmáticas, es conveniente dar una especial relevancia a actividades en las que se constate la existencia de puntos de vista distintos sobre un mismo hecho o fenómeno, en las que se produzca una confrontación de opiniones, un debate real o simulado; en suma, en las que el núcleo central sea el cuestionamiento y en una indagación que muestre de manera palpable la imposibilidad de llegar a verdades definitivas y a soluciones totales para los problemas humanos y sociales.
El desarrollo de estas actitudes y modos de aprehensión de la realidad es de particular importancia en la aproximación a instituciones democráticas vistas y condicionadas en muchos casos por estereotipos extendidos desde posturas y opiniones claramente antidemocráticas. Esta reflexión aporta un valor añadido al conjunto de reflexiones que en el contexto de la educación para la convivencia del alumnado se pretende a través del Programa “Elkar Bizi/Convivir”.
[1] Josep Ma. Puig Rovira “La Educación Moral en la Enseñanza Obligatoria” ICE.Institud de Ciències de l’Educació. UNIVERSITAT DE BARCELONA.HORSORI editorial. Barcelona.1995.